POR GRACIÁN DE HERRERA
Aventuras épicas de naufragios, refugio de piratas, cacerías de seres mitológicos y de historias de sirenas que por su canto conquistan a los guerreros en alta mar. Las olas parecen un arrullo, la arena crea una sensación de alivio bajo la sombra de una palmera que se agita en lo alto por los vientos que anuncian buenas y malas noticias.
Las chicas de una afamada marca de lencería tienen a sus pies esos lugares mágicos. Pueden ser en la isla de Bora Bora, en yates que navegan por el impulso del viento y también durante los momentos de reposo antes de emprender la travesía por la lente de fotógrafos que captan la profundidad de los deseos sofocados por su mirada, los rostros que expresan historias y mundos con el tinte de su piel.
Acompañemos a las sirenas en su viaje, retemos al destino. Quizá la suerte nos acompañe y podamos coincidir en el mundo maravilloso de la vida, de los momentos casuales y disfrutemos de un coctel de agua de coco, ginebra, azúcar, limón y hielos, la fórmula perfecta para comenzar el día en la playa y contemplar todo cuanto nos rodea, mientras los influjos de las mareas, la espuma de las olas y la brisa refrescan nuestra mente para no enloquecer.
Ahora que se acerca la primavera y las playas rebosan de vacacionistas es tiempo de dejar todo y entregarnos a las diosas de la felicidad. No todo en la vida es trabajo, ni pérdida de horas en el automóvil o el servicio público. Dejemos por un tiempo las obligaciones y hermanemos la existencia a la naturaleza que regala las cosas simples y sin costo, la de un mundo hecho a nuestra medida.