ANDY Velázquez es poseedora de un cuerpo diferente y de mentalidad distinta.
-En 1953, Marilyn Monroe fue la primera portada de Playboy. ¿Eso debe significar algo para ti?
“Para mí, ella es una inspiración, un ícono de belleza. Que haya aparecido en el primer número de Playboy es algo muy especial, porque de alguna forma estoy siguiendo su camino. No es que siempre la imite, pero es una influencia para mí. A veces, para salir, me pinto un lunarcito como el suyo”.
Y las preguntas continuaron.
-Durante la Segunda Guerra Mundial, las imágenes de las chicas Pin-Up servían para ofrecer consuelo a los soldados en el campo de la batalla. ¿Has pensado que algo así sucederá con tus fotos?
“Sí, aunque no me gusta pensar en eso. Las pin-up eran ilustraciones, pero después se volvieron de carne y hueso, como yo. Ésa fue una de las razones por las que hice mi calendario, porque quería ser una chica de calendario como ellas. Y bueno, si alguien se siente ‘inspirado’ por mis fotografías, me sentiré halagada”.
-Así como tu piel está tapizada de tatuajes, ¿te sientes orgullosa de que tu belleza actual quede tatuada para siempre en estas páginas?
“¡Claro! Acabo de cumplir 24 años y me encanta quedarme como tatuaje en papel. Un día será maravilloso que le cuente a mis nietos que fui así de bonita. Seguramente me dirán: ‘¡Ay, abuelita, qué bien estabas!’”.
-¿Qué dijo tu familia de tu aparición en Playboy? Tu papá toca en Los Rastrillos, una de las bandas fundamentales del reggae mexicano.
“Mis papás siempre me apoyan en todo. Cuando les dije que haría Playboy, mi papá sólo dijo: ‘¡Ay, no! ¿Ahora cómo les digo a mis amigos que no se masturben viendo tus fotos?’. En broma, obvio. Vince también estaba feliz. Respecto a lo que comentas, creo que tarde o temprano todos nos adaptamos a la realidad. Yo misma, que me visto rockabilly y vivo como si estuviera en los 50, no puedo evitar tener un smartphone. Pero sí crecí rodeada de rock. Toda mi infancia me la pasé en ensayos, dormida junto a las bocinas en los festivales de reggae en el bosque de Tlalpan. Para mí lo común era estar rodeada de hippies. Salía de la escuela al ensayo de mi papá mientras otros compañeros se iban a sus clases de natación. Después, cuando me casé, todo eso me llegó doble por los Rebel Cats”.